¿Que por qué no me gusta el recorrido de La Vuelta 2025?
Se presentó por fin el recorrido de la Vuelta a España de 2025. Una suerte que me haya cogido lejos de mi querido Madrid para no asistir al entierro en vivo y en directo de muchos de mis ideales ciclistas, de mi amor y gusto por las vueltas de tres semanas, las que me engancharon a este deporte. La Vuelta, por proximidad, siempre fue mi preferida, y ha sido en estos momentos de orfandad donde nada es como era, con los valores con la cabeza a los pies y viceversa, un reducto de ilusión. De, como un niño la noche de Reyes, una ventana a esa infancia soñando con recorridos, con mapas pintados a escuadra y cartabón investigando siempre nuevas rutas, nuevos caminos, una pequeña metáfora de mi espacio vital.
El crecimiento de La Vuelta (a secas, sin España) bajo el mandato de Javier Guillén ha sido exponencial e innegable. El modelo que un día comprendí (que no es sinónimo de compartir), y que era a todas luces necesario por rompedor, hoy solo es raíz de frustración y de incomprensión. La presentación del recorrido elaborado de cara a 2025 es una decepción tal para muchos que creo marcará un antes y un después para mucha gente que cada año pierde un ratito de sus quehaceres para mirar con ilusión a este evento. Y no para bien, como demuestra la fría acogida que se puede comprobar en redes sociales y en foros, al final el canal de expresión de los aficionados.
El ciclismo era otra cosa. Vendrá Pogačar, gustará a instituciones, a los periodistas que alabarían el modelo contrario si hubiese tocado. El ciclismo sobre la bicicleta es un esfuerzo de fondo, de duración, que se hace eterno. Y ahí reside parte del encanto, en la dificultad, el reto. Desde la televisión, muchos nos hemos enganchado a través de esas grandes etapas de montaña que nos tenían horas delante de la pequeña pantalla. Sin embargo, todo eso es historia. Hoy día, los ciclistas de andar por casa hacen en muchas de sus salidas más kilómetros que los profesionales, un hecho para analizar. Las retransmisiones, lo único que no han probado a cambiar y donde quizás esté el gran fallo, se acaban reduciendo a los kilómetros finales. Ahora coincide una generación de talentos que buscan las carreras de lejos, sin complejo. La forma en la que las GV en general y la Vuelta en particular tienen de potenciarlo es ofrecer el peor recorrido posible para ellos. Evenepoel, Vingegaard, Pogačar: todo al último puerto. Es como tener en el reparto a Van Damme, La Roca y Stalone y diseñarles una comedia romántica para que se luzcan. Vamos, un sinsentido total.
En su obsesión por que todo se decida al final, la Vuelta 2025 elimina todo estorbo del menú: todo preparado para que el Angliru o La Bola del Mundo nos cuenten el desenlace de una historia que por no tener no tiene ni principio ni nudo. Porque a las cuatro etapas francoitalianas no se le puede llamar inicio (anda que irse hasta allá, provocando la crítica de la media España vaciada de Vuelta para esto...), ni al resto del recorrido se le puede llamar nudo, más allá del que despierta en el estómago. Porque Pal, Cerler, Valdezcaray y Belagua son finales de cartón piedra que hubiesen despertado los lamentos de quien hoy es director técnico de La Vuelta: Fernando Escartín. "En España no hay una Madeleine", espetó en una entrevista a Marca en 1997. Sí, sí las hay, pero La Vuelta las lleva obviando desde siempre. En 2025 se ubica la salida al pie de una de ellas, Fonte da Cova, y puede que fruto de la improvisación, del eslalon entre montañas marca de la casa o por suscripción ciega al dogma, al modelo, se ha caído del cartel.
Morredero se corona a casi 2.000 metros y tiene doble vertiente. También tiene doble variante por el lado berciano de las cosas. La etapa incluye una sola ascensión, al final, por el lado tradicional, a escalones, que corona a 1700 metros de altitud. Como ir al cine y salirte a mitad de la película. De etapa del año a gran decepción. La Bola corona una etapa sorpresa que incluye Los Leones y Navacerrada por las siete revueltas, puertos que hace no mucho fueron sustituidos por otros por no terminar de romper los grupos de favoritos, por buscar la virtud en un recorrido. Sí, son montañas con mucha historia, cómo no. Pero ahora son más bien una coartada para utilizar la efeméride como rehén de un modelo que desea que todo quede decidido en los tres últimos kilómetros de su obra. ¿Todo por Pogačar? Nunca lo sabremos. O sí. El Giro prostituyó su historia para atraerle a él y a otros como Froome a golpe de talonario. Esa estrategia ha sido tan buena que el Giro ha perdido el halo de protectorado por parte de los aficionados clásicos. Vender principios es el anticipo de un final. No va a ser, desde luego, cimiento de ningún proyecto sólido. Cuando las barbas de tu vecino veas cortar...
Después está lo de los traslados, desandar lo andado para desnaturalizar del todo el valor de unión de una supuesta Gran Vuelta, históricamente hilo conductor de un viaje ciclista por la geografía. Actualmente, más kilómetros sobre las manidas huellas de carbono que sobre la bicicleta. Las etapas, deslabazadas, dejan un mapa que abarca poco y que da más sensación de concatenación de clásicas que de recorrido de vuelta de tres semanas. Ves el mapa y más que un viaje parece un huecograbado a base de llave de forma aleatoria. Como cuando un idiota se dedica a rayarte el coche por hacer la gracia. Por no hablar del maltrato de la contrarreloj, un mal del mundo moderno. Eso sí, recurso para disimular días de descanso activo. El día que se den cuenta del daño que hacen al ciclismo obviándolas será tarde. Lo trataré de explicar en otro post más adelante y de forma pormenorizada. Mientras tanto, disfrutemos del ciclismo en línea, breve y de menos a más, pero con puertos finales que van de más a menos. Vamos, un disimulo de que pasan cosas que realmente no pasan. Humo.
Esquivar montañas ha sido el leitmotiv de 2025. Camino del Angliru se eliminan todas, menos las decisivas. Farrapona ilusionaba debido al asfaltado de la vertiente leonesa que permite encadenados, diseños, ilusión. El resultado es que ni siquiera se utilizará para evacuar a la caravana. Y de Asturias quiero hablar. ¿Cuánto tiempo hace que no se decide una edición en suelo astur? Veinte años de Heras destrozando a Menchov. Diecisiete de Contador domando el Angliru. Doce de Horner elevándose sobre Nibali, si bien antes de Asturias el norteamericano estaba ya por delante. Las propuestas siguen siendo bastante parecidas: poca imaginación, finales en alto a cada cual más salvaje y la nada por montera, con muy contadas excepciones. La propuesta para 2025 es el Angliru con los acompañantes de siempre más La Farrapona adelantada únicamente por San Lorenzo. Y gracias. ¿Pasaría algo si por una vez descansa el Principado? Para ofrecer este menú, no pasaría nada.
Lo mejor del recorrido, entre Galicia, Cantabria y País Vasco. Cuatro etapas envenenadas, con un puerto como Brenes que puede romper los esquemas y refritos de ediciones pasadas. Poca originalidad repetir y mezclar elementos del Tour con los de Vueltas pasadas. De nuevo, mucho efectismo, con perfiles que parecen más de lo que son. En Madrid termina, una vez más con una etapa insulsa, una Vuelta que apuesta todo a la foto de Pogačar en lo alto de Cibeles. Porque como no sea de la partida, a ver a qué clavo ardiendo nos agarramos para defender grupos de favoritos sin romper llegada en alto tras llegada en alto. Si algo tengo claro es que nadie lo contará, porque la opinión vive entre la anestesia, la ceguera y el pesebre. Y así, amigos, no se construye nada sólido, nada competente. Porque la Vuelta 2025 no es, por mucho que me duela, ni una cosa ni la otra. Esperemos que el tiempo me quite la razón.
JM
Media España fuera
ResponderEliminarQué bien lo explicas, gachó. Un saludo
ResponderEliminarFuera Guillen
ResponderEliminarEs una mierda el recorrido
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