75 años de Fausto Coppi y de la Cuneo - Pinerolo

Viernes. El 10 de junio de 1949 los Alpes se levantan de gala para recibir al sol rosa del Giro de Italia, que ese día amanecería en Cuneo y se pondría sobre Cuneo después de 250 kilómetros, nueve horas largas de carrera y cinco puertos que desde entonces se recitan de carrerilla como poema: Maddalena, Vars, Izoard, Montgenevre y Sestriere. Cinco cimas que fueron testigo del paso de un ciclista que las domó en solitario en la batalla más hermosa jamás contada, con una de las frases más icónicas de la historia del ciclismo como guinda: «un uomo solo è al comando».

Nueve años exactos antes de la mítica Cuneo - Pinerolo, Italia se había adherido a la contienda de la Segunda Guerra Mundial. El Giro de 1940 había alcanzado la orilla de Milán una tarde antes, como si los uniformes hubiesen aguardado a encumbrar por primera vez en rosa a Coppi, Il Campionissimo. Quién sabe hasta dónde hubiese elevado los listones de haber habitado un mundo en paz. 

Fausto abrió carrera durante casi doscientos kilómetros, aprovechando como lanzadera el ataque de Primo Volpi, que venía de haber sido quinto en el Giro un año antes. Coppi hizo que el maillot azul Bianchi ondeara sobre estas montañas por los siglos de los siglos. Adolfo Leoni, endeble en las montañas, portaba el rosa en la salida, con apenas un minuto de ventaja sobre el campeón, que se plantaba en la meta de Pinerolo con el público en pie. 

Gino Bartali, su archienemigo, procuró recortar distancias a través de un gran ataque en el Izoard, pero fue estéril y tan solo le sirvió para firmar una exhibición que quedaría opacada por la gigante figura de una leyenda que aquel día decidió hacerse de carne y hueso para regalarnos una de las mayores gestas jamás contadas. Además, 1949 pasaría a la historia por haber sido testigo en blanco y negro del primer doblete Giro - Tour, cuya primera piedra fue puesta entre Cuneo y Pinerolo. Una senda exclusiva a un pequeño racimo de campeones a lo largo de la historia: Anquetil, Merckx, Hinault, Roche, Induráin, Pantani y, desde 2024, también Pogačar. Todos, por supuesto, a la estela de Coppi, quien repitió la hazaña en 1952. 

Se ha repetido el recorrido exacto de esta mítica etapa en 1964 y 1982. También se programó y presentó la reproducción literal en la edición del Centenario, en 2009. Sin embargo, se anuló el paso a Francia por incompatibilidad de intereses con los de Lance Armstrong, renacido en el ciclismo y gran atracción de tan señalada fecha, donde empezó a ser señalado como un proscrito. Se celebró la etapa, sí, pero sobre un recorrido que se parecía al original como un huevo a una castaña. Mismo caso, por cierto, del homenaje que el Giro celebró con motivo del setenta aniversario de la gesta que puso en la pista de la historia a Fausto Coppi. 

Ha tenido más, como las conquistas de los primeros finales en alto del ciclismo, entre los primeros recuerdos que impregnaron en la memoria Alpe d'Huez o Puy de Dôme, estrenados en 1952. También la conocidísima foto de la botella, que cede a Bartali en el último mano a mano del que hay datos. Sucede ese mismo año en el Telegraphe, de camino al eterno Galibier, en plena disputa de un Tour de Francia que volvería a caer del lado de Il Campionissimo y que le sirvió para firmar su segundo doblete Giro - Tour que tan de moda ha vuelto a estar en 2024, 75 años después del primero, que comenzó su andadura en Cuneo aquella mañana de junio. La tarde de aquel viernes miraba a la realidad con unos ojos distintos, más azules. Vio un ciclismo nuevo, un paradigma que empezaba a escribir leyendas acerca de uno de los ciclistas más míticos que jamás haya existido. Per sempre, Fausto (Coppi, no Lealli, autor de la canción cuasi homónima). 

JM

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