Juan Ayuso: con o sin UAE

 


Son cosas de los frenos. No, no me refiero a los de disco. Juan Ayuso, al más puro estilo de Julio César, debuta y vence, con dos de los tres días en los que ha tomado la salida levantando los brazos. El pleno no llegó porque los bolos torcieron en una rotonda que no era a derechas y el alicantino cayó víctima en esta ocasión de los Movistar. Sino, todo apunta a que la estadística hubiese subrayado un superlativo estado de forma. Pinta bien el pronóstico de aquellos que afirmaron que este iba a ser el año del ciclista del UAE. Siendo cierto, no deja de ser una lástima que el español tenga que ir abriendo espacios para sacar la cabeza en un equipo que vive por y para Tadej Pogačar. De hecho, no hay mayor revelación de que el esloveno estará en la Vuelta a España (o al menos esa es la intención) que el hecho de que el propio UAE haya confirmado que el Giro de Italia será la única grande que verá al español colgarse un dorsal en la presente temporada. Desde aquel experimento de mezclar a todos los gallos en un mismo corral (Tour 2024) que no salió del todo bien, apunta a que la consigna empezará a ser la contraria. 

Es una pena que un ciclista capaz de generar ilusión tenga que correr con el freno echado. Sí, por el momento tiene Tirreno-Adriático y Volta Catalunya para pelear por lo máximo, más aún cuando el dominador del ciclismo actual no será de la partida. Pero da la sensación de que son más las migajas que no ha querido merendar Tadej y que el programa que se le diseñaría en caso de no compartir equipo sería bien distinto. Ayuso debutó en el Tour y demostró capacidad para estar delante, entre los mejores. Por tanto, no estar en el 2025 es un paso atrás. La Vuelta era terreno de Almeida y Yates, por lo que su presencia no procedía una vez abandonó en julio. En el Giro, compartirá galones con el propio Adam. UAE es un buen lugar para estar, desde luego. Ser el mejor equipo del momento es una garantía de éxito, pero también de límites, de tener que combinar las ambiciones con las de todos los gallos que se dan cita en una plantilla que parece más una colección de cromos. En el manejo de los egos, Matxin es un as, pero ello conlleva ceder por todas las partes, menos por la del líder supremo, y es entendible la jerarquía. El problema es que Juan Ayuso es un ciclista de una calidad tal que bien podría llevar sobre sus hombros toda la responsabilidad, y en solitario, de una estructura de primer nivel. 

O, al menos, debería probar la experiencia, sobre todo, para comprobar dónde están sus límites. Si después de todo no están tan lejos, bien, se puede volver al redil o aprovechar todo ese espacio, que seguro es amplio, para dibujar una estrategia de carrera deportiva. El problema viene por la longitud del contrato: hasta 2028. Es decir, le queda todo 2025 y otras tres temporadas al completo. Es necesario recordar que Tadej Pogačar ha renovado hasta 2030. La marcha del conjunto emiratí no sería fácil, aunque tal vez necesaria (mejor cabeza de ratón que cola de león), y más para un ciclista que ha crecido con la ambición por bandera. No sería plato de buen gusto para un conjunto así perder a un activo tan importante y de tanto valor estratégico. Como sucede en el fútbol, quien tiene el balón tiene menos papeletas de encajar gol por no tenerlo los rivales. Traducido: mejor Ayuso en el equipo, aunque de vez en cuando acabe en la grada o jugando la Copa del Rey, que directamente en la competencia. Visto por ahí, tiene lógica. Alguna oportunidad irá cazando por el camino, que el esloveno no querrá copar todo. O no podrá, mejor dicho. Pero no dejar de ser una lástima que después de anhelar un gran talento en el ciclismo español, cuando aparece, tiene que estar supeditado al califa supremo de la actualidad. Y no porque este le derrote una y otra vez, que entraría dentro de un paradigma lógico. Sino porque nos vayamos a quedar sin saber qué sería de la ambición del español retando a la del esloveno, como en los entrenamientos en el coll de Rates de cada pretemporada. 

Decía Claudio Chiapucci que su desgracia era la de haber coincidido en el tiempo con un "monstruo" como Miguel Induráin. Imagina coincidir con él en el tiempo y además en el espacio, compartiendo equipo. En la historia se han visto piques muy bellos en el seno de los equipos por ganarse la capitanía ante los presuntos campeones del momento. El propio 'diablo' lo vivió con Pantani en el Carrera, donde también se vivió en los 80 todo aquello entre Visentini y Roche, con el irlandés siendo escupido, increpado y empujado durante medio Giro por discutirle la jefatura de filas al italiano. Froome y Wiggins tampoco salieron muy amigos de la experiencia por los cielos del Tour. El propio Induráin sufrió la coincidencia con Delgado hasta que creció más que el segoviano y se acabó la discusión. Por eso fue peligroso el experimento de alinear a dos gallos con alma de capos en julio de 2024, porque sí, uno ha ganado tres veces y el otro cero, pero la ambición, en caso de tenerla, es difícil de frenar. Al menos, para siempre. Para ello, mejor evitar la fricción, el rozamiento, retrasar el problema. Calendarios paralelos, no revueltos, y esperando que cada uno por su lado encuentre las oportunidades que llenen los bolsillos de sus miras de presente y futuro. Lejos de ideal, no queda otra que arar con estos bueyes durante unos cuantos años.  

JM

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