Van der Poel: el ciclista de oro con sueños belgas

El hype, esa sensación de que tus errores van a caer por el lado sin mantequilla, de que el sol amanece contagiándote al espejo esa sonrisa de Joker que te hace despertar un lunes cualquiera con un oro más encima de la mesilla de noche. Así empieza febrero para quien espera que 2025 no sea un año más dentro de una colección de fotografías de éxito y leyenda que empieza a abrumar. Para Mathieu, lo curioso del romance con el maillot arcoíris es que entre franjas y colores encierra todas las banderas que de un modo u otro le representan. Como los buenos pistoleros, te permite elegir superficie, arma y, prepárate, porque segundo no es una posición, sino lo que tarda una bala en salir de su cerebro, pasar por su revólver e incrustarse en el pecho de tus expectativas de batirle en duelo.

Pese a que las montañas no son territorio predilecto, el nombre del invierno ha escalado nueve veces hasta la cima del mundo si operamos el cálculo que resulta la suma de ciclocrós, gravel y carretera, la única disciplina en la que mantiene cuentas pendientes. En eso que llaman Monumentos, esas reliquias del ciclismo épico, tradicional, de un día, donde el dominio histórico mantiene bandera belga, la misma que opera en la ciudad de nacimiento del pasaporte del neerlandés. Es más, en el casillero histórico de casi todas ellas siguen mandando los compatriotas de Eddy Merckx y solo ciclistas belgas han puesto pica en Flandes, o sea, se han inscrito como ganadores en los cinco. 

A VDP le faltan dos piezas, que son las que teóricamente más esfuerzo deberían acarrearle, Lieja y Lombardía, plazas a las que podría acudir en 2025 en base a un calendario mundial más normalizado y donde caben picos de forma orientados a semejantes momentos del año. Las Ardenas no le son terreno extraño, pues en la Amstel pudo echar como ganador un buen trago de cerveza, elemento con el que ha tenido relación dispar en las carreras, por desgracia. Aunque casi no lo cuenta a tenor del esfuerzo agónico que tuvo que realizar para triunfar in extremis en Berg en Terblijt. Curiosamente, Adrie, padre de la criatura, conquistó Lieja en 1988 (una bicicleta le separó de hacerlo dos años antes), rodeado en el palmarés por Moreno Argentin y Sean Kelly, casi nada. 

El problema responde al nombre de Tadej Pogačar, el único pistolero capaz de hacerle sombra en esta ciudad. El resto, Van Aert inclusive, no cuentan. Un poco Remco Evenepoel, pero se sospecha que está empezando a soñar en color amarillo. El esloveno quiere el repóker y pasar a la historia como primer no belga en conseguir la colección completa. También el tulipán. Cabe recordar que ningún clasicómano especializado y dedicado en exclusiva a la causa ha logrado tal gesta en cincuenta años. Sólo tres en la historia: Van Looy, De Vlaeminck y, cómo no, Merckx. Gilbert, el último en ahogarse en la orilla. Pero cabe un reto más en el baúl de Van der Poel, y es subir un peldaño más en la escalera hacia la leyenda. El Tour de Flandes espera desempate en lo más alto del palmarés y es él el único en activo que puede contar en plural sus victorias en el suelo flamenco de De Ronde. Conseguirlo en 2025 podría liberar al ciclista franquicia del Alpecin-Deceuninck de cara a futuras metas de otro mundo que le quedan por alcanzar. 

JM

Comentarios

Publicar un comentario