Adam Hansen y los peligros del 'ciclismo burbuja'

Desconozco si Adam Hansen leerá o no esta breve opinión de un aficionado al ciclismo detrás de unas cuantas teclas. Pero si lo hace, me gustaría humildemente hacerle reflexionar tanto a él como a todas las personas que se sitúan cerca de sus tesis sobre aspectos que creo importantes antes de que se conviertan en un punto de no retorno para el ciclismo. Honestamente, con el paso de los años he ido concediendo importancia a la perspectiva. Del mismo modo que un paisaje no se degusta del mismo modo desde un banco a ras de suelo que desde un mirador elevado, un helicóptero o un dron.

Y creo que, sinceramente, el pelotón se sigue equivocando en la mentalidad que desprende. 'Memento mori', recuerda que eres mortal, aquella frase que le recordaba a los emperadores romanos que su poder, su prevalencia, su inmunidad tenía un límite: la separación entre la vida y la muerte. 'Memento mori' es lo que le digo al ciclismo, señor Hansen. El ciclismo no es eterno, ni invencible, ni sobrevivirá a todo. Bastante sacudida ha supuesto el dopaje. Sobre todo si entre todos nos encargamos de construir un ciclismo carente de atractivo que poco a poco vaya desprendiéndose de toda su tradición, la que nos ha enganchado a él, del pelaje que en estos momentos le mantiene alejado del frío. Entiéndase por frío la más absoluta irrelevancia, que es lo peor que le puede suceder a un deporte profesional.

Quiero exponer el por qué de estas reflexiones, que creo necesarias, insisto, aunque sea para rechazarlas de plano y extraer conclusiones muy diversas. Y creo necesarias dirigírselas a usted, que en estos momentos es una voz altamente autorizada dentro del mundillo y tiene un papel muy importante al ser un enlace entre el pelotón y todo lo demás.

El modelo que organiza la columna vertebral del ciclismo es muy sencillo de comprender. Una serie de marcas realizan importantes inversiones en publicidad a través de equipos ciclistas. Estos equipos pasean los colores y los nombres de dichas marcas por todo el mundo en una serie de carreras. Dichas carreras reciben también ingreso por parte de patrocinadores y, entre otros, de lugares de salida, tránsito o llegada. El interés de dichos inversores en ciclismo es que éste posea el mayor alcance posible para que ellos, a través del ciclismo, también lo obtengan. Eso y sólo eso es lo que mantiene a flote el ciclismo profesional. Con puntualizaciones, con matices, con límites.

En resumen, esto es un espectáculo para ser visto por la mayor cantidad de personas posible. En ello trabajan las organizaciones, las televisiones, los medios, etc. Cada uno con su interés, cada uno a su manera. Creo que el pelotón lleva un tiempo prolongado mostrando una deriva que denota la desconexión con la consciencia de este modelo organizativo y cuál es el fin de éste. En resumidas cuentas, de qué da de comer a un ciclista profesional y a un equipo profesional.

Ya se están rumoreando recortes en las etapas reina del Giro, esas que se han ido al traste en demasiadas ocasiones durante las últimas ediciones. Que nieve no es culpa del organizador. Pero tampoco es culpa del espectador, del aficionado, de quien se ilusiona con ver una carrera y la espera con ilusión durante meses hasta que se la suspenden el día anterior al evento. En ese contexto, por mucha mayoría que exista en el pelotón, no se debe ni siquiera plantear contraer una etapa a los últimos 70 kilómetros si no es por una causa altamente justificada. Ya han sido demasiados casos donde las excusas han prevalecido sobre las soluciones, y observo desde esta humilde silla que la tendencia se acelera. ¿Recuerda la suspensión de la primera etapa de O Gran Camiño a 17 kilómetros de la línea de meta? ¿Recuerda los recortes en la etapa reina por "el frío", en palabras del director de la misma, Ezequiel Mosquera?

Pues bien. Si no hay carreras, no hay audiencias. Si no hay audiencias, no hay patrocinadores. Y si no hay patrocinadores, no hay ciclismo profesional. ¿Estoy muy desencaminado? Me imagino que si a un organizador le cancelan el pago de una etapa por un plante de los ciclistas, éste podrá reclamar a dichos protagonistas que la parte proporcional de su sueldo sea donada a la carrera en concepto de daños y perjuicios, ¿no?

No creo que en un contexto donde han abandonado varios ciclistas clave en el Giro de Italia (entre otros, un tal Remco Evenepoel, maglia rosa y gran favorito a llevarse la carrera), donde las etapas ilusionantes se están tambaleando, cronoescalada incluida, lo más interesante sea reducir una etapa a los últimos 70 kilómetros. Curiosamente, los llanos. La lluvia es incómoda, rodar durante horas debajo es un auténtico fastidio y entraña sus peligros, no cabe duda. Se argumentaba la temperatura para dicho recorte.

Dicho con todo el respeto, el ciclismo es un deporte al aire libre. Muchas leyendas se han construido bajo malas condiciones climatológicas. También sobre calores extremos, ahí se protesta mucho menos. Sin llegar a barbaridades ni poner en riesgo la seguridad ni la integridad física de nadie, ¿no es posible aceptar que este deporte no es apto para todo el mundo? ¿No es posible aceptar que el ciclismo en ocasiones sucede bajo la lluvia y a bajas temperaturas? ¿No es posible anticipar dichas circunstancias que estaban anunciadas para provisionarse de la correspondiente ropa de abrigo a priori y no, como siempre, a posteriori? Ropa que, por cierto, hoy día (y más a estos niveles) es bastante eficaz y nada tiene que ver con los harapos que lucían sus antepasados. Esos que nos engancharon al ciclismo y han construido su leyenda.

El World Tour ha traído muchos efectos positivos a las carreras y equipos que han entrado en el circuito. Pero también algún efecto negativo, como que carreras como el Giro de Italia tengan que dejar fuera a equipos que seguramente hubiesen disfrutado esos 196 kilómetros de etapa que "la mayoría" quería recortar.

Los descensos, si están mojados, se pueden realizar perfectamente. Habrá que ir más despacio si no se tiene la visibilidad adecuada, o con mayor precaución de la que ya de por sí se tiene. Hablamos de ciclismo profesional, donde a los corredores se les supone unas habilidades que les distinguen, por ejemplo, de quien escribe. Para rodar y trazar en pelotón, por ejemplo. Ser ciclista es un regalo, una suerte. Hay que recordarlo de cuando en cuando. No todos los ciclistas llegan a cumplir su sueño. No se debe perder esa perspectiva, porque 'memento mori', todo sueño se acaba, y más en un deporte físico como es el ciclismo, donde la vida deportiva es más bien corta.

Además de que se han aceptado ocho corredores por equipo en las grandes con el fin primero (en el tiempo, no por ser el más importante) de dar cabida a más escuadras y sponsors en las carreras. Posteriormente, cuando no se ha ampliado la nómina de equipos, se ha repetido en determinados círculos por activa y por pasiva que esa modificación se produjo por seguridad, por reducir el riesgo en el pelotón. Fenomenal. Cada vez más problemas con todos estos asuntos de la seguridad, sin embargo.

Se decía también que era para provocar más descontrol, carreras más espectaculares, menor opción de los equipos más poderosos en lo económico de dominar a su antojo las carreras. Sin embargo, salvo contadas excepciones como los archiconocidos ciclistas top actuales, los ciclistas y sus directores siguen en general erre que erre en el mismo mantra de priorizar la seguridad de una buena posición en la general final sobre el riesgo de ganar. Y eso no va a cambiar aunque los equipos se vean reducidos a tres ciclistas. Los puntos UCI y todo ese sistema ha traído estos lodos. Con lo bueno y con lo malo. Esto es lo malo.

Por cierto, con menos corredores por carrera, los más perjudicados son los propios ciclistas. Si los equipos acaban por percibir que sus plantillas son demasiado largas, ¿qué va a pasar con los ciclistas que no tengan cabida? Al final es restar espacio a que más corredores lleguen, cumplan su sueño de ser ciclista. Pero sigan, sigan. Aunque después estén constantemente renegando y enfurruñados por asuntos donde no tienen razón. Ser ciclista no es obligatorio.

Sí la tienen, por ejemplo, en los traslados excesivos. ¿Dónde está la UCI para regularlos? ¿O es que no interesa la salud y el descanso de los corredores? Del Gran Sasso tardaron bastante en llegar a sus hoteles. Lo mismo sucederá tras la cronoescalada al Monte Lussari. Si es que se celebra, claro. La evolución en ese sentido es a peor (a muy peor, como suelen decir algunos iletrados).

Yo me aficioné al ciclismo por las gestas que se vivían en él. Los ciclistas me parecían (me parecen) superhéroes que son capaces de hacer lo que los humanos rasos no. Etapas de 200 kilómetros a gran ritmo, algo que no está al alcance de cualquiera. A 3º o a 35º. Incluso a una temperatura y a otra con pocas horas de diferencia. También me pareció una gesta lo que el señor Hansen logró, compitiendo en las tres Grandes Vueltas durante seis años consecutivos. Y sin abandonar en ninguna. Y de vez en cuando incluso ganando etapas. A nadie le atraen etapas de 70 kilómetros o unipuerto en los Dolomitas (véanse los recortes del Giro 2021). ¿Qué historias se van a escribir sobre ellas? Ya han salido ciclistas que se piensan con derecho a decidir sobre una carrera, sobre la casa de los demás. Si no te gusta, vete a la tuya.

Del débil se hace leña, pero cuando los ciclistas tienen que hacer fuerza ante poderosos, se achantan. ¿Dopaje? ¿Tour? ¿UCI? Ahí nos arrugamos. Pero al Giro, como además muestra cierta debilidad y dependencia de los artistas, hasta en el carné de identidad. Ser ciclista no es obligatorio. Correr el Giro tampoco. Seguro que hay ciclistas amateur que darían lo que fuera por disputarlo. Lo curioso es que seguro que muchos de estos cuando se retiren y sientan la nostalgia se van al desierto de la Titan Desert y similares a pasar auténticas penurias para hacerse la foto.

En definitiva, el ciclismo debería encaminarse a ser más atractivo, más espectacular. A atraer a más espectadores, a una mayor audiencia, a mover más y no menos. A causar más admiración. O al menos darse cuenta de que la opinión de los que están al otro lado, los consumidores al fin y al cabo, también tiene su importancia y debería tener su peso. En la mayoría de sectores la opinión de los clientes (que es lo que somos al fin y al cabo) importa y se tiene en cuenta. ¿En ciclismo? Sólo muy de vez en cuando. Y muchos estamos ya cada vez más cansados de que poco a poco vayamos evolucionando hacia un ciclismo burbuja donde no pase nada, donde todo sea hecho a la medida de la comodidad de algunos a los que parece que no les gusta el ciclismo. Y cuando un deporte se ajusta a los gustos y necesidades de alguien a quien no le gusta ese deporte, mal asunto.

JM

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