El #Landismo vuelve al Giro de Italia
Primera noticia interesante del mes de enero en el panorama ciclista: Mikel Landa regresará en 2025 al Giro de Italia. Escarmentado de esquivarlo por circunstancias desde que subiera al podio en 2022, el Soudal confirma que el más preciado gregario de Remco Evenepoel cogerá el timón de los belgas durante el mes de mayo. Una gran decisión para el Giro, pero aún más para el ciclista vasco, que disfrutará de la carrera que le aupó a la fama internacional. Conchi y Pablo dieron a luz a Mikel, pero la corsa rosa hizo lo propio con el Landismo, esa corriente filosófica que anima a creer que todo puede pasar mientras Landa esté involucrado. Desde una gran actuación en el Tour, donde el escalador escenificó el papel de falso gregario (al más puro estilo Messi con aquello del 'falso nueve'), hasta el hundimiento más estrepitoso cuando La Vuelta arriva a casa, que dirían en el anuncio. Su destino va por libre, y aunque muchos no lo sepan, es lo que hacía bonito el ciclismo: el no saber hoy lo que va a pasar mañana. Y en eso y no en la escalada, que también, Mikel Landa es un auténtico especialista.
El agarre abajo que homenajea mejor que el Giro a Pantani regresa al mes de mayo. Si la lógica impera, lo normal será verle en el Tour de niñera de Remco Evenepoel, a quien se supone recuperado y en forma para la fecha. Haría bien en olvidarse de la Vuelta, al menos en un 2025 donde se han olvidado de los escaladores, pese a los tristes y falaces espejismos que el oficialismo ha introducido hasta en la sopa. Sin alta montaña no tiene sentido que Landa estire la forma tanto. Mejor descansar y acabar por lucir, por ejemplo, en Lombardía que vivir la impotencia en etapas con final en montaña que le van lo mismo que una contrarreloj llana. "Mikel al Tour", si parafraseamos al Alberto Contador de 2008. Allí al menos tendrá un rol que ocupar, una función y una posibilidad. Pero todo sucederá después del mes de mayo, que es lo noticiable. La participación del Giro acabará por ser interesante en lo que a la pelea por la general se refiere, como (casi) cada año. La montaña, parece, volverá a ser la protagonista y la crono, de nuevo, ocupará un segundo plano (que es tercero). Por lo tanto, regresa el territorio comanche que permite soñar de nuevo con recuperar los grandes días del vasco.
Ganar una etapa y pelear la general, como el propio Soudal reconoce en la nota que anuncia la participación de la estrella en la carrera, serán los grandes objetivos del corredor. Regresará, por tanto, a Finestre, esa cima que le provocó sonrisas y lágrimas en 2015. Regresará a una versión distinta del Mortirolo, pero evocará sus dos primeros grandes días en el máximo nivel. En ambos casos, abriendo carrera, a bordo de un maillot azul que buscó las cosquillas al más listo de la clase, un Contador que tuvo que recurrir a los cálculos, valga la redundancia, para no sucumbir ante el órdago que estaba planteando Landa. En el Mortirolo fue una caída y en Finestre un desfallecimiento. En ambos, involucrado el de siempre, un Mikel que caminaba con siete marchas para arriba. El estado de gracia provocó el enfado por tener que esperar a Fabio Aru, italiano y de su mismo equipo. La venganza la sirvió bien fría en Andorra, venciendo en Els Cortals d'Encamp, donde desobedeció las órdenes del director que indicaban que debía esperar de nuevo al transalpino. Landa sabía que Astana iba a ser historia y prefirió lograr el único éxito que va a quedar en su palmarés en los Pirineos y en la Vuelta.
Ahora se supone que no habrá líderes improvisados que le dejen atrás. Soudal no alineará a Remco, por lo que el Giro deja vía libre a su inspiración. Es su carrera, es su momento, y ya de camino a los 36 años puede ser una de las últimas oportunidades de disfrutarlo. Disfrutón como es él, no cabe duda de que el vasco se dejará querer por la afición y escribirá más páginas de un libro llamado #Landismo, ese ciclismo que muchos quieren enterrar y del que el escalador de Álava es una auténtica reliquia. Si nos fijamos, se buscan nuevos Contadores en los jóvenes que vienen despuntando, y está bien, porque el madrileño ha sido y es una referencia. Pero ojo a quien todavía hoy y después de catorce años de gran ciclismo ocupa gran parte de las pintadas a lo largo de un continente. Porque Landa es ídolo más allá de sus fronteras, sean estas cuales sean. El Giro le recupera y con él recobra la atención de muchas personas que habían perdido el gusto por el rosa por la falta de aliciente. Con el reflujo a viejo ciclismo, no serán pocos los que dejen caer su tiempo por la ronda italiana. Y con razón, porque al menos un ciclista garantiza que ni hoy ni mañana se sabe a ciencia cierta lo que va a pasar.
JM
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